
Como me decía Marhya en uno de sus comentarios "la cocina es un bálsamo para el alma"... y lleva toda la razón. Cocinar es un refugio estupendo en los momentos más "bajos"... , y como os decía hace tiempo en una de mis entradas casi podríamos decir que es hasta terapéutico.
Si te sientes alegre, y la vida te sonríe cocinar pasa de ser un simple bálsamo a convertirse en todo un placer para los sentidos...osea que sea como sea cocinar siempre te aporta muchas cosas positivas. Distracción, evasión, placer, serenidad, entretenimiento...
Hay quien se sorprende de que en un momento bajo una encuentre fuerzas para ponerse a hacer cualquier postre ...bueno, creo que cada persona afronta las cosas de un modo diferente, a mi me da por ponerme un poco hiperactiva, y creo firmemente en ese dicho de que la mejor manera de no preocuparse es mantenerse ocupado.
No sé porqué me ha salido ésta introducción tan filosófica y trascendental...será que estoy pasando por una de esas etapas... al final siempre resulta que un blog acaba siendo un fiel de reflejo de lo que llevas dentro, un espejo de lo que sucede en tu interior, y por más que trates de mantenerlo en un segundo plano a veces surge, y se abre paso entre las lineas de una receta como las que os presento hoy...los pasteles de Belém.
Ojeando en mi blog entradas anteriores me doy cuenta de que ha habido recetas en las que las palabras brotaban con una facilidad enorme, entradas que son parrafadas inmensas como ésta de hoy ;) y luego hay entradas en las que casi me limito a escribir la receta y ya... y curiosamente cada entrada, y cada forma de escribir va muy asociada a mi estado de ánimo...lo bueno de ésto es que si a alguien no le interesa en absoluto lo que escribo, en último caso desliza la ruedita del ratón del ordenador y se va a parar directamente a la receta en cuestión, así de sencillo!.
Como estoy entrando en terreno peligroso( sé que hay un punto crítico en mi en el que me pongo a escribir y soy imparable) voy a ir centrándome en la receta de hoy...pasteles de Belém.
Probé estos pasteles por primera vez en Lisboa siendo una adolescente, de vacaciones con mis padres. Su sabor ni me encantó, ni me disgustó...es decir que no tengo un recuerdo especial de ellos. Pero si recuerdo que me llamó la atención que este dulce en cuestión tenía un halo de secretismo que lo hacía bastante atractivo...el encanto de lo misterioso... Originales de Portugal y también conocidos como pasteles de nata (pastéis de nata) están elaborados según una receta que ha pasado de generación en generación y que ha permanecido en secreto hasta la actualidad, así que cualquier receta que veáis por ahí sería un intento o aproximación a los verdaderos pasteles de Belém.
Sean o no los auténticos (éstos son copiados del blog de mi prima Rosa
"La cocina de Piescu"), lo que si os puedo asegurar es que están deliciosos, y su crema tiene un delicado sabor a canela y limón que en contraste con la base hojaldrada hace de ellos un bocado muy pero que muy rico.
Ingredientes:
1 plancha de hojaldre.
100 grs de azúcar.
100 ml de agua.
1 rama de canela.
Piel de un limón.
100 ml de leche.
65 ml de nata ( crema de leche).
25 grs de maizena.
2 yemas de huevo.
Un huevo ligeramente batido.
Elaboración:
Ponemos en un cazo al fuego el agua junto con el azúcar, la piel de limón y la canela y llevamos a ebullición.
Cuando comience a hervir se retira del fuego, se deja un ratito reposar, se cuela y se deja en la nevera.
Cubrimos los moldes individuales con mantequilla, cortamos la plancha de hojaldre en discos individuales y cubrimos los moldes de las tartaletas presionando bien los bordes.
Calentar la leche en un cazo.
Disolvemos 25 grs de maizena en un poquito de los 100 ml de leche, diluyendo bien.
Echar sobre el resto de la leche que hemos calentado cuando ésta esté hirviendo, sin dejar de batir con unas varillas manuales.
Ya fuera del fuego añadimos el jarabe frío, las dos yemas y el huevo batido ligeramente.
Tiene que quedar una pasta líquida con la que luego rellenaremos las tartaletas de hojaldre.
Introducimos al horno precalentado a 200º hasta que se empiecen a dorar.
Al sacarlos la parte central quedará ligeramente deprimida. Es normal que quede así, esa es la forma del pastel.
Se pueden espolvorear con canela o azúcar glass. Yo los dejé tal cual.