domingo, 17 de marzo de 2013

¿QUÉ TENDRÁN LOS MERCADOS...?

¿Qué tendrán los mercados para fascinarme tanto?. En más de una ocasión me he hecho esta pregunta, y tras reflexionarlo un poco, éstas son las razones que se me ocurren ...

En un mercado se respira vida, cotidianidad ... No hay nada más cotidiano que la comida, y la compra de los ingredientes es algo que se lleva a cabo diariamente. Así que acudir a los mercados es una excelente forma de tomarle el pulso a una ciudad, de entender su modo de vida, sus costumbres,sus gustos ...Claro está que no todos los mercados son iguales, y cada vez se empiezan a ver más mercados que renuncian a su autenticidad para convertirse en un escenario a la altura de los turistas ... Me explico; todos hemos visto esos mercados que han dejado a un lado su esencia para convertirse en una versión hipermejorada de lo que antaño eran... y en mi humilde opinión perdiendo mucho de su encanto.

Es cierto que hay cosas que se mejoran y son para bien... No quiero dar una sensación de reaccionaria ante el progreso; la higiene en los mercados ha mejorado precisamente por ese fenómeno de pasar a ser una de las atracciones turísticas de determinados lugares. Ese sería uno de los puntos a favor.
La desventaja es que se convierten en una exposición impersonal , fría, de manzanas brillantísimas como la de Blancanieves, de frutos de un tamaño, color y forma idénticos que se empiezan a presentar en embalajes igualmente perfectísimos, y en los que las señoras que atienden se han acartonado ligeramente para dar una imagen más aséptica, los precios se duplican... El resultado es que el encanto se pierde... ¿o no?.
Afortunadamente  no siempre ocurre esto, y hay mercados que conservan su esencia, mejorando lo mejorable , pero sin perder esa calidez que confiere el trato directo cliente-tendero, y ofreciendo productos que son maravillosos en su imperfección ... tomates irregulares, patatas con formas caprichosas, manzanas que no son como la de" Apple" pero que cuando las muerdes salpican de puro jugosas y saben a manzana de verdad.Son esos lugares donde aun puedes perderte en el bullicio de vendedores que anuncian su mercancía, que tienen embrujo, que te atrapan ... y sobre todo que no han pretendido "poner orden en el maravilloso desorden de las cosas " que diría José Hierro en su magnífico poema.

Conocer los mercados de otros lugares es una estupendísima forma de abrir tu mente y tu paladar a nuevas experiencias, a nuevos sabores, texturas, olores y colores . ¿Qué puede haber más embriagador para los sentidos que pasarse una tarde recorriendo un mercado de especias? Esos olores penetran en tu nariz y se quedan en algún rincón de tu memoria olfativa acompañándote para siempre.

 Mi relación de amor con los mercados se remonta a mi infancia, a las idas y venidas con mi padre y mis abuelos a mercados como el de Sta María del Páramo en León ... ¡qué melones de Villaconejos!¡Qué sandías rojísimas y dulces que nos sentábamos a comer bajo el tilo de mi abuelo en uno de esos atardeceres anaranjados e increíbles de Castilla!.Aquella sandía, aquel huerto, mi abuelo ...
Sin embargo comencé a ser más consciente de esa atracción que siento por los mercados a raíz de mis primeros viajes a Perú.Allí redescubrí uno de los mayores y más sencillos placeres para mí.
Ir a un mercado en Lima es una experiencia que nunca dejaría de recomendar a nadie que vaya a tierras andinas. Es una experiencia sensorial inolvidable. Si ya te gustaban , disfrutarás mucho, y si" ni fu ni fa" es muy probable que descubras que te perdías algo muy interesante.

Sin ningún lugar a dudas una se vuelve más sensitiva, más receptiva a todo... ir a un mercado supone que todos nuestros sentidos se accionen como pequeños radares.
Ni un solo sentido permanece pasivo ante la experiencia ... el tacto, ese sentido tan injustamente mutilado. ¿Por qué hemos dejado de tocar?. Es un sentido tan instintivo, tan primario en el ser humano ... y se nos priva tanto de él. Cuando un niño quiere entender algo, aprehenderlo, necesita experimentarlo a través del tacto. En los mercados del Perú no se concibe comprar sin tocar el género, pero la gente sabe tocar. Usan las manos para saber si una granadilla está en su punto,para elegir un aguacate (palta) en su óptimo grado de maduración... Obviamente hay que saber tocar. Presionar muy levemente ... casi una caricia. No se trata de dejar tus dedos marcados en la fruta. Ten en cuenta que lo que no acaba en tu cesta de la compra quizás termine en la de otra persona. Es de sentido común ¿no?. Y sobre todo de civismo.

La vista tiene un papel importantísimo ... Unos melocotones anaranjados, unas fresas de un rojo muy intenso, las motitas negras en los plátanos que son un indicativo de máxima dulzura.Los golpes, marcas , rasguños , indican que la fruta no está ya en su mejor momento; se ha deteriorado. Las frutas son preciosos regalos de la Naturaleza, pero como muchas cosas hermosas de la vida son efímeras.

El gusto ... ¡¡Oh, el gustooo!!. Si tienes la gran suerte de dar con una caserita (como llaman cariñosamente a las tenderas en el Perú) que te invite a probar aquella fruta exótica que nunca habías visto, y que no te atreves a comprar por si acaso ... la experiencia de ir al mercado es mucho más gratificante. No es difícil que esto ocurra en los mercados de allí, porque la generosidad y el deseo de agradar al otro es parte de su famoso carácter hospitalario.

Pensemos ahora en un mercado de especias. La gama de olores que se pueden sentir en uno de estos lugares es extensísima, interminable... Supongo que una acaba un poco saturada porque los olores son intensísimos, pero ... ¡qué experiencia! . El aroma dulce y atrevido de la canela, la intensidad del clavo de olor, la delicadeza del cardamomo, el aroma travieso de las pimientas que penetran por tu nariz provocándote el estornudo.

Mmmm... creo que me olvido del oído. Aunque en apariencia es un sentido prescindible en la visita a un mercado, mi consejo es que escuches...Tengo la no sé si fea costumbre de escuchar las conversaciones entre clientes, las señoras que se ponen a contar sus trucos de cocina para que la salsa de tomate les quede fantástica, o cómo lograr que la bechamel salga fina como la seda y sin un solo grumo, o como potenciar el sabor a marisco en una sopa. Si es que poniendo la oreja se aprende un montón... A mi me gusta llamarle curiosidad. Y además esta no es malsana.

Pregunta. Preguntando es que se aprende.  Nadie sabe más de fruta que aquella persona que la lleva vendiendo toda su vida. Seguro que tienen algo interesante que contar y aportar.

En un lugar donde todo transcurre a toda prisa, donde la ciudad nunca duerme...también se encuentran mercados tan bonitos como este. Nueva York. Fascinante ciudad que no deja indiferente. Allí nos encontramos con este encantador rincón, muy cerquita de Rockefeller Center. No me pude resistir a hacerle montones de fotos.


 
Los melocotones no llegué a probarlos, pero la pinta prometía bastante ....


 
Albahaca y tomate ... deliciosa combinación.
 
Me quedé con las ganas de probar estos calabacines tan originales .
 
 
 
Esta especie de vainas nos llamaron mucho la atención.
 
Estos tomates estaban deliciosos.Los comimos con un poco de pan y mucha albahaca fresca por encima.
 
Como véis en Nueva York lo español está muy de moda, y cotiza al alza... Os aseguro que más de un neoyorkino se hizo con una provisión de nuestros deliciosos pimientos de Padrón.
 
 
 
La okra, hortaliza poco conocida aquí en España, y oriunda de África.
 
Precioso nombre para unas también preciosas berenjenas.
 
 
Pan ecológico, elaborado de modo completamente artesanal. Levadura madre, grano integral...
 
Un pan que nos sorprendió, aparte de por lo saludable por su sabor tan delicioso.
Queda inaugurada esta nueva sección del blog que podríamos  llamar "Mercados del mundo".
Hasta la próxima...